Reconocer la voz de Dios y seguirla, exhorta el Papa

Al presidir el rezo del Ángelus el pasado domingo 15 de enero  en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI alentó a todos a «reconocer la voz de Dios y seguirla» a ejemplo de los profetas y los discípulos de Jesús.

Ante los miles de fieles presentes en San Pedro, el Papa explicó que las lecturas de este domingo sobre la llamada de Samuel y los primeros apóstoles resaltan la importancia «de la figura que desarrolla el papel de mediador, ayudando a las personas llamadas a reconocer la voz de Dios y a seguirla».

En el caso de Samuel el mediador es el sacerdote Eli, que le enseña al profeta a responder «habla Señor que tu siervo escucha» y en el caso de los discípulos es Juan el Bautista que les muestra que Cristo «es el Cordero de Dios», lo que equivalía a decirles que era el Mesías.

El Papa explicó que para los cristianos es decisiva «la guía espiritual en el camino de fe y, en particular, en la respuesta a la vocación de especial consagración para el servicio de Dios y de su pueblo».

Benedicto XVI dijo luego que «la llamada a seguir a Jesús más de cerca, renunciando a formar la propia familia para dedicarse a la gran familia de la Iglesia, pasa normalmente a través del testimonio y la propuesta de un ‘hermano mayor’, de hecho un sacerdote».

Esto, añadió, «sin olvidar el papel fundamental de los padres, que con su fe genuina y gozosa y su amor conyugal muestran a los hijos que es bello y posible construir toda la vida sobre el amor de Dios».

Finalmente el Santo Padre encomendó a la Virgen María a «todos los educadores, especialmente los sacerdotes y los padres, para que tengan plena conciencia de la importancia de su papel espiritual, para favorecer en los jóvenes, además del crecimiento humano, la respuesta a la llamada de Dios, a decir: ‘habla, Señor, tu siervo te escucha’».

En su saludo en español, el Papa alentó a «seguir a Jesús, a convivir con Él, a sentirnos interpelados por su mensaje de salvación. Os exhorto a estar siempre disponibles a la voz del Señor, acogiendo su voluntad en nuestras vidas y confesándolo como nuestro Redentor. Que Dios os bendiga».

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