Romería a La Trinidad de Oscariz
Llega la primavera y en Oscáriz, pequeña localidad situada a 22 km al noreste de Pamplona, en el Valle de Lizoain, sus vecinos están atentos al calendario litúrgico para conocer en qué fecha se va a celebrar la fiesta de la Santísima Trinidad, ya que desde tiempos, que se pierden en la historia, todo el valle acude en romería a esta localidad a celebrar la fiesta de Dios.
Su iglesia románica de principios del siglo XIII dedicada a San Pedro, está compuesta de una nave de cuatro tramos, cubierta de bóveda cañón y ábside semicircular. Anexa a la misma cuenta con una pequeña capilla del siglo XVII y en su centro está la Trinidad adorada por ángeles. Los dos laterales son dos puertas pintadas y en el exterior de las mismas nos encontramos con san Ambrosio y san Agustín y en el interior san Anastasio y san Sebastián. Probablemente sea la ermita más pequeña de Navarra.
La romería consiste en una procesión y una eucaristía en la que el protagonista es una antigua imagen del Niño Jesús adornada con primor con flores del momento, en cuyo cuello lleva colgado –en el interior de una cruz- una reliquia del lignun crucis traída hasta Redín, siglos atrás, por el capuchino don Tiburcio de Redín
Al repique de campanas la cruz de la iglesia de Oscáriz acoge a las cruces de las demás iglesias del Valle y se besan a modo de saludo, a continuación los vecinos y amigos que acuden participan en una eucaristía, este año concelebrada por dos de los párrocos de sus iglesias, el Padre Pedro Arbeloa y el Padre José Luis Saavedra, quienes nos ayudan a interiorizar una pregunta ¿que nos dice la palabra Dios a cada uno de nosotros en nuestra vida? y a intecerceder en oración por las necesidades del valle, por fomentar la unión, el respeto, la convivencia entre los vecinos y la última petición, por aquellos vecinos que en el último año nos han dejado.
Terminada la eucaristía es el momento de compartir saludos, la alegría de verte con vecinos con los que igual no has coincidido desde la Trinidad del año pasado o con amigos que tienen sus raíces en el Valle pero viven en otro lugar, lo que, acompañado con el aperitivo que organiza el Ayuntamiento del Valle, le da al día la pincelada de color que una buena fiesta necesita.
La bendición de los campos, la Salve a la Virgen y otra vez un beso de las cruces a la de Oscáriz a modo de despedida, constituye el broche final de la fiesta, en el que romeros, cruces y Niño Jesús, acompañados del repique de campanas, descienden por el carretil de Oscáriz hasta el año próximo, siendo deseo de todos el volver a encontrarnos, a la vez que, tanto los que se van como los que nos quedamos, hemos aceptado pensar en la pregunta ¿qué nos dice la palabra Dios en nuestra vida?
Amparo Esparza, vecina de Oscáriz.