“Mientras la salud me lo permita, seguir anunciando a Jesucristo y haciendo el bien a los demás”

Tras presentar al Santo Padre, hace más de un año, su renuncia a la Diócesis de Vitoria, Mons. Miguel José Asurmendi vive en Pamplona, su ciudad natal, como jubilado. Aquí ha sido acogido con los brazos abiertos, tras permanecer 64 años fuera de su tierra. Ahora le toca descansar, después de haber ejercido entre otras cosas, como Obispo de Tarazona y Vitoria, labores pastorales de las que solo tienen buenos recuerdos.

Háblenos un poco de su vida. ¿Dónde nació?, ¿cómo fue su infancia?, ¿cuándo surgió su vocación?, etc.

Nací en Pamplona hace 76 años, en el seno de una familia cristiana, formada por los padres, cuatro hermanas mayores que yo, la abuelita y dos tías. Fui bautizado, recibí la Confirmación y la Primera Comunión en la parroquia de San Saturnino.

Estudié los estudios primarios en las escuelas de San Francisco hasta que cumplí los 11 años. De ahí pasé al colegio de los Salesianos de Pamplona, donde estuve un año. Entre los recuerdos de mi infancia, guardo un grato recuerdo de los dos años en los que fui cantor del Rosario de los Esclavos en la Catedral de Pamplona, de 1950 a 1952.
Mi llamada al sacerdocio en la congregación salesiana está unida al que fue Obispo de Pamplona, d. Marcelino Olaechea, que era salesiano. Me bendijo cuando yo estaba en brazos de mi madre y dijo que yo sería salesiano. De hecho, en 1952, marché a Barcelona a comenzar los estudios eclesiásticos como salesiano, durante 15 años.

Celebré mi primera Misa al cumplir los 27 años, en Barcelona. Luego fui enviado a Roma para obtener la licenciatura en Filosofía. De vuelta a España, trabajé como profesor y formador en Valencia y Zaragoza. En 1983 fui nombrado inspector Provincial de los Salesianos en Valencia. En 1990, el Papa san Juan pablo II, me nombró Obispo de Tarazona, en Aragón, y en 1995 fui destinado a la diócesis de Vitoria, donde he permanecido 20 años.
Deja la Diócesis de vitoria y ahora como jubilado, ¿qué planes de futuro tiene?

He sido bien recibido en Pamplona. Me fui con 12 años a iniciar la formación sacerdotal y salesiana y vuelvo con 76 años. Me estoy dedicando a recorrer la Catedral, mi parroquia de San Saturnino, el entorno de mi infancia, los nuevos barrios de Pamplona, etc.

Cuando llegué me ofrecí al Señor Arzobispo para colaborar pastoralmente en trabajos diocesanos. También mis hermanos salesianos de España me piden servicios litúrgicos y devocionales.

Espero emplear unos años, mientras la salud me lo permita, en atender a mi familia y ampliar horizontes culturales, cuidar la espiritualidad episcopal y salesiana, así como la salud física y mental. Y, lo más importante, seguir anunciando a Jesucristo y haciendo el bien a los demás.

¿Cómo fueron sus años en la Diócesis de Vitoria?
Me he sentido razonablemente bien en mi ministerio episcopal en la Diócesis de Vitoria. Como en todas partes, también allí hay mucha gente buena. He podido trabajar con la colaboración de muchos laicos, consagrados, diáconos y sacerdotes, de los que guardo grandes recuerdos. Les prometí en mi despedida rezar todos los días por ellos. Y les pedí que rezaran por mí.

Durante los 20 años de ministerio episcopal en Vitoria he desarrollado varias áreas. Yo destacaría tres. En primer lugar, he puesto especial interés en la evangelización de la sociedad, que sufre una fuerte secularización. Fue una gran apuesta del Concilio Vaticano II y de los papas que lo desarrollaron: el beato Pablo VI, san Juan Pablo II, hasta el actual papa Francisco. En general lo hemos venido haciendo todas las diócesis. En Vitoria Había tenido lugar una Asamblea Diocesana sobre esta temática, que concluyó en 1991 con un amplio documento. En mis años como Obispo, se han preparado y desarrollado dos planes de evangelización, uno entre los años 2002 a 2007 y otro entre 2009 a 2014.

Una segunda área de trabajo ha sido el servicio a los pobres. Vitoria, al igual que Pamplona, tiene una sociedad económicamente desarrollada, pero no faltan pobres. La Diócesis de Vitoria mantenía muchos servicios para ayudar a los necesitados, por medio de Cáritas y otras instituciones. Pero tuvimos que ampliar servicios para atender a una problemática siempre creciente de inmigrantes y pobres.

La tercera área fue el trabajo a favor de la paz. De 1995 a 2011, la banda terrorista ETA causó pocas acciones violentas y muertes. Las comunidades cristianas promovieron reflexiones, actos a favor de la paz y la convivencia y jornadas de oración.

La Diócesis de Vitoria está integrada por muchos pequeños pueblos, ¿Cómo es esa pastoral rural?

La Diócesis de Vitoria cuenta con 422 parroquias, de las cuales más de 300 están en pueblecitos pequeños diseminados. Como en otras diócesis, dada la escasez de clero, un sacerdote atiende a cinco, diez o quince pequeños núcleos de población, que apenas juntan algún centenar de fieles.

La labor pastoral no se circunscribe únicamente a las celebraciones litúrgicas festivas y dominicales. Se promueven acciones conjuntas a favor de servicios sociales para la zona, mejoras de infraestructuras, actos culturales y deportivos. Para concretar, trabajo religioso, social y cultural.

La Diócesis de Vitoria ha tenido misiones. ¿Qué trabajos ha realizado y cuántos misiones hay actualmente allí?

El núcleo central de Misiones Diocesanas Vascas ha sido el de Ecuador, la misión de los Ríos. Pero los misioneros vascos se extendieron por Venezuela, Brasil y Chile. Y en áfrica trabajaron en Angola, Zaire, Kenia… Los primeros misioneros marcharon a Ecuador en 1948. Fueron 8 sacerdotes, de los que queda vivo uno, el Obispo, don Víctor Garaygordobil. Ha cumplido 100 años y mantiene su lucidez.

Los misioneros vascos, a lo largo de 68 años, han sido en torno a 800: sacerdotes, religiosas, laicos y laicas. Han realizado una labor espléndida: Hicieron catedrales, parroquias, colegios, farmacias, dispensarios, casas curales, centros de formación, etc. Nuestros misioneros han sido muy apreciados por el pueblo y por los obispos de lugar.

En el momento presente, los misioneros vascos son pocos. Pero hay jóvenes que siguen marchándose a colaborar en aquella gran aventura, en periodos vacaciones.
Durante sus años como Obispo de Vitoria, ¿realizó alguna acción misionera?

Durante 15 años ha sido el Obispo Delegado de los obispos de la Comunidad Autónoma Vasca para las misiones. Me correspondió coordinar envíos de personas y la distribución del personal, trabajar la formación, etc. Además, fui al menos tres veces a Ecuador y otras tantas a Angola.

¿Qué consejos le ha dado a su sustituto, a Mons. Juan Carlos Elizalde?

Es delicado dar consejos. En nuestra primera conversación telefónica le dije: “Juan Carlos, no tengas miedo. Aquí vas a encontrar mucha gente buena que colaborará contigo, rezará por ti y te estimará. No tengas miedo. Ven con confianza en Dios y en esta noble gente”. Más que dar consejos, espero que me los pidan. Pero le manifesté mi disposición a ayudarle en todo lo que necesite.

¿En qué va a tener que trabajar más o poner más ahínco Mons. Elizalde?
Creo que en primer lugar, en el trabajo por las vocaciones: sacerdotales, religiosas y laicas. Es una de las prioridades diocesanas. Don Juan Carlos Elizalde tiene buenas cualidades para ello.

En segundo lugar, la formación del clero. La Diócesis ha cuidado este ámbito y fruto de ello es la Escuela de Espiritualidad Sacerdotal, que floreció ahí. Y la Diócesis cuenta con la Facultad de Teología, que pronto cumplirá sus Bodas de Oro. Ha extendido su acción a diversos ámbitos en la sociedad y en la Iglesia. Cuenta con el Instituto de Vida Consagrada, que colabora en la formación de religiosos y religiosas.

Por último, la formación de los laicos y laicas. Se ha trabajado este tema, que es de futuro para la Diócesis. Necesita ampliarse y profundizarse.

Que Santa María de Estíbaliz y San Prudencio, patronos de la Dióesis de Vitoria, bendigan al nuevo Obispo, Mons. Juan Carlos Elizalde y a todos los diocesanos. n

 

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