Representación navarra en el “VIII Congreso Europeo de las Familias”

Los pasados días 11 al 13 de agosto, el colaborador de este semanario diocesano, Robert Kimball, y su mujer María Carmen Zurbano, presidentes europeos del Movimiento Familiar Cristiano, participaron en el VIII Congreso Europeo de las Familias convocado por la Confederación Internacional de Movimientos Familiares Cristianos, con el lema “Conocer la realidad de la familia en Europa a la luz de la Exhortación Apostólica «Amoris Laetitia» para actuar en consecuencia como movimientos familiares cristianos”.

Entre las cinco conferencias que se presentaron en el Congreso destacó la ponencia que ofreció del Cardenal Anders Arborelius, Obispo de Estocolmo, Suecia, sobre “La situación de las grandes dificultades que viven muchos matrimonios y familias en el contexto europeo”.

El Cardenal Arborelius analizó la situación de las familias en Europa, en especial referencia a Suecia, que encuentran serias dificultades para vivir su fe dado el individualismo, el materialismo, y el hedonismo que se han instalado en la sociedad europea. Añadió que muchos jóvenes no tienen la capacidad sicológica para entrar en una relación profunda para toda la vida. Lo desean ardientemente pero como viven en un ambiente donde han recibido una formación muy individualista, les resulta muy difícil entrar en una relación duradera. Por su parte, las familias deben manifestar la alegría del Evangelio para satisfacer este profundo anhelo de un amor más grande, que es Dios.

A continuación y tomando como base la ponencia del Cardenal Arborelius, Robert Kimball y María Carmen Zurbano, presentaron su ponencia con soluciones prácticas a los serios obstáculos planteados por una sociedad cada vez más secularizada, materialista y relativista que impulsa a muchas familias, matrimonios y matrimonios y a abandonar la fe en Jesucristo y la Iglesia (en base al Capítulo Siete de la “Amoris Laetitia”)”.

Los dos ponentes destacaron que se ha producido un progresivo alejamiento por parte de las familias a la Iglesia y de la práctica religiosa, dado que Dios ocupa un lugar cada vez menor en la vida familiar. En una sociedad cada vez más secularizada, muchas familias, incluso en aquellas donde los padres se casaron por la Iglesia, han dejado prácticamente de vivir su fe. «Los padres cristianos hemos de manifestar ante nuestros hijos, desde pequeños, que nuestra fe cristiana es el soporte fundamental de nuestras vidas. Es preciso que las familias tengan la experiencia gozosa del encuentro con Jesucristo, alimentada por la oración, la Palabra de Dios y la participación fructuosa en los sacramentos», afirmaron.

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